jueves, 17 de diciembre de 2009

El sentido de la vida. Para Marcos y Sofía. Parte IV

El Rey Indigno

Había una vez un rey rico y poderoso, dotado de gran inteligencia, y aún mayor soberbia. Tal era su orgullo, que nadie le parecía un rival digno para disfrutar de su afición favorita, el ajedrez, e hizo correr la voz de que daría la décima parte de sus riquezas a quien mostrara tener la dignidad suficiente. En cambio, si el rey no lo consideraba digno, sería decapitado de inmediato.

Muchos arriesgaron sus vidas desafiando al orgulloso rey. Fueran ricos o pobres, torpes o inteligentes, el rey los encontraba siempre indignos, pues o no eran sabios jugadores, o no podían rivalizar con su poder. Con el tiempo, desaparecieron los temerarios rivales, y el rey comprobó satisfecho que no había en la tierra nadie digno de enfrentarse a él.

Años después, un pobre mendigo se acercó a palacio con la intención de jugar contra el rey. De nada sirvieron las palabras de aquellos con quienes se cruzó, que trataban de evitarle una muerte segura, y conseguió llegar al rey, quien al ver su harapiento aspecto no podía creer que a aquel hombre se le hubiera pasado por la cabeza ser un digno rival suyo.

- ¿Qué te hace pensar que eres digno de enfrentarte a mí, esclavo?- dijo el rey irritado, haciendo llamar al verdugo.
- Que te perdono lo que vas a hacer. ¿Serías tú capaz de hacer eso?- respondió tranquilo el mendigo.

El rey quedó paralizado. Nunca hubiera esperado algo así, y cuanto más lo pensaba, más sentido tenían las palabras de aquel hombre. Si le condenaba a muerte, el mendigo tendría razón, y resultaría más digno que él mismo por su capacidad para perdonar; pero si no lo hacía, habría salido con vida, y todos sabrían que era un digno adversario... Sin haber movido una ficha, se supo perdedor de la partida.

- ¿Cómo es posible que me hayas derrotado sin jugar? Juegue o no juegue contigo, todos verán mi indignidad.- dijo el rey abatido.
- Os equivocáis, señor. Todos conocen ya vuestra infamia, pues no son las personas las indignas, sino sus obras. Durante años habéis demostrado con vuestras acciones cuán infame e injusto llegásteis a ser tratando de juzgar la dignidad de los hombres a vuestro antojo.

El rey comprendió su deshonra, y arrependito de sus crímenes y su soberbia, miró al mendigo a los ojos. Vio tanta sabiduría y dignidad en ellos, que sin decir palabra le entregó su corona, y cambiando sus vestidos, lo convirtió en rey. Envuelto en los harapos de aquel hombre, y con los ojos llenos de lágrimas, su última orden como rey fue ser encerrado para siempre en la mazmorra más profunda, como pago por todas sus injusticias.
Pero el nuevo rey mostró ser tan justo y tan sabio, que sólo unos pocos años después liberó al anterior rey de su castigo, pues su arrepentimiento sincero resultó el mejor acompañamiento para su gran inteligencia, y de sus manos surgieron las mejores leyes para el sufrido reino.

Como veis mis niños, la soberbia y la arrogancia no son buenas consejeras, siempre hay que valorarse a uno mismo, pero nunca creerse mejor que los demas, solo a traves de la humildad y la prudencia se escoge el camino recto.

Os quiere papa.

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martes, 15 de diciembre de 2009

El sentido de la vida. Para Marcos y Sofía. Parte III

Madi la Medusa
Madi era una medusa curiosa que durante uno de sus paseos por el fondo del mar, descubrió una cueva muy escondida, en cuyo interior había un cofre brillante y misterioso. A su lado, un cartel decía "no podrás llevar joyas más valiosas". Aunque el cofre era pesadísimo, Madi lo llevó a su casa, convencida de haber encontrado un gran tesoro.
Una vez en casa, lo abrió llena de nervios y emoción. Pero no contenía joya alguna. Tan sólo un bonito y sencillo vestido que brillaba con ese tono especial que tienen las cosas mágicas. Cuando se recuperó de la desilusión, Madi decidió probarse el vestido y salir a dar un paseo.
No era el vestido más bonito que había visto, y era un poco pesado y difícil de vestir, pero le sentaba muy bien, y al momento se sintió más alegre y animada que nunca. Sentía ganas de hablar y saludar a todos, de gastar bromas y contar chistes, y todos cuantos se cruzaban con ella la encontraban realmente encantadora...
Pero Molvorón, el terrible y gigantesco pulpo malvado, tenía que fastidiarla, y sólo unos dias después, en el fondo del mar todos corrían a esconderse al enterarse de su llegada. Madi se quedó allí sola, tan contenta, pues con su vestido mágico sólo sentía alegría.
- ¡ Hola, pulpito ! - dijo alegre y divertida - ¿quieres jugar conmigo?
Molvorón se sintió bastante contrariado al ver que la pequeña medusa no huía como los demás
- ¿es que no tienes miedo? - dijo con una voz terrible
- ¿ Por qué iba a tenerlo, si te tengo a ti para defenderme? - respondió confiada. - ¡Venga, vamos a jugar!
El malvado pulpo mostró sus tentáculos amenazadores, moviéndolos ligeramente a un lado y otro. A Madi aquello, más que asustarle, le recordó una danza india.
- ¡Qué buena idea! ¡Vamos a bailar!
- GRRRR!!
Molvorón, furioso al ver que la niña no hacía caso de sus amenazas, se inclinó hacia adelante sobre la niña, con su gran boca abierta, los ojos rojos de sangre y las ventosas echando burbujas de ira... Era el aspecto más fiero que nadie recordaba haber visto en aquel pulpo malvado, cuyo nombre bastaba para sembrar el terror en aquellos mares. Un gran silencio se hizo mientras Madi observaba el terrible aspecto del pulpo.
- ¡Guapo! ¡Más que guapo! ¡Anda que no tendrás novias! - respondió finalmente.
Molvorón, deprimido por la falta de miedo de la pequeña, no dijo nada. Sólo se quedó escuchando sus palabras, palabras y palabras. Era tanta la alegría de aquella pequeña, que se contagiaba; y el pulpo comenzó a sentir, por primera vez en su vida, ganas de estar alegre. Y se marchó de allí, dispuesto a conseguir que dejaran de llamarle "pulpo malvado".
Cuando el pulpo se había alejado, todos salieron de sus escondites y fueron a felicitar a Madi por su valentía. Ella, comprendiendo lo que había pasado, contó los poderes que tenía aquel vestido para alegrar a quien lo llevaba... y pensó que era el vestido quien la había salvado. Pero entonces varios peces saltaron a la vez.
- ¡Pero si hoy no llevas tu vestido nuevo!!...
Y era verdad. No lo llevaba; estaba tan alegre que se le había olvidado en casa.
Así que Madi, la pequeña medusa, se había enfrentado a Molvorón llevando únicamente su sonrisa y su alegría. Y ya nunca más necesitó aquel vestido, al comprender que una sonrisa tenía tanto poder como su vestido mágico, pero... ¡¡era mucho más cómoda y fácil de llevar!!
Madi era una medusa curiosa que durante uno de sus paseos por el fondo del mar, descubrió una cueva muy escondida, en cuyo interior había un cofre brillante y misterioso. A su lado, un cartel decía "no podrás llevar joyas más valiosas". Aunque el cofre era pesadísimo, Madi lo llevó a su casa, convencida de haber encontrado un gran tesoro.
Una vez en casa, lo abrió llena de nervios y emoción. Pero no contenía joya alguna. Tan sólo un bonito y sencillo vestido que brillaba con ese tono especial que tienen las cosas mágicas. Cuando se recuperó de la desilusión, Madi decidió probarse el vestido y salir a dar un paseo.
No era el vestido más bonito que había visto, y era un poco pesado y difícil de vestir, pero le sentaba muy bien, y al momento se sintió más alegre y animada que nunca. Sentía ganas de hablar y saludar a todos, de gastar bromas y contar chistes, y todos cuantos se cruzaban con ella la encontraban realmente encantadora...
Pero Molvorón, el terrible y gigantesco pulpo malvado, tenía que fastidiarla, y sólo unos dias después, en el fondo del mar todos corrían a esconderse al enterarse de su llegada. Madi se quedó allí sola, tan contenta, pues con su vestido mágico sólo sentía alegría.
- ¡ Hola, pulpito ! - dijo alegre y divertida - ¿quieres jugar conmigo?
Molvorón se sintió bastante contrariado al ver que la pequeña medusa no huía como los demás
- ¿es que no tienes miedo? - dijo con una voz terrible
- ¿ Por qué iba a tenerlo, si te tengo a ti para defenderme? - respondió confiada. - ¡Venga, vamos a jugar!
El malvado pulpo mostró sus tentáculos amenazadores, moviéndolos ligeramente a un lado y otro. A Madi aquello, más que asustarle, le recordó una danza india.
- ¡Qué buena idea! ¡Vamos a bailar!
- GRRRR!!
Molvorón, furioso al ver que la niña no hacía caso de sus amenazas, se inclinó hacia adelante sobre la niña, con su gran boca abierta, los ojos rojos de sangre y las ventosas echando burbujas de ira... Era el aspecto más fiero que nadie recordaba haber visto en aquel pulpo malvado, cuyo nombre bastaba para sembrar el terror en aquellos mares. Un gran silencio se hizo mientras Madi observaba el terrible aspecto del pulpo.
- ¡Guapo! ¡Más que guapo! ¡Anda que no tendrás novias! - respondió finalmente.
Molvorón, deprimido por la falta de miedo de la pequeña, no dijo nada. Sólo se quedó escuchando sus palabras, palabras y palabras. Era tanta la alegría de aquella pequeña, que se contagiaba; y el pulpo comenzó a sentir, por primera vez en su vida, ganas de estar alegre. Y se marchó de allí, dispuesto a conseguir que dejaran de llamarle "pulpo malvado".
Cuando el pulpo se había alejado, todos salieron de sus escondites y fueron a felicitar a Madi por su valentía. Ella, comprendiendo lo que había pasado, contó los poderes que tenía aquel vestido para alegrar a quien lo llevaba... y pensó que era el vestido quien la había salvado. Pero entonces varios peces saltaron a la vez.
- ¡Pero si hoy no llevas tu vestido nuevo!!...
Y era verdad. No lo llevaba; estaba tan alegre que se le había olvidado en casa.
Así que Madi, la pequeña medusa, se había enfrentado a Molvorón llevando únicamente su sonrisa y su alegría. Y ya nunca más necesitó aquel vestido, al comprender que una sonrisa tenía tanto poder como su vestido mágico, pero... ¡¡era mucho más cómoda y fácil de llevar!!.

Con este bonito cuento , pretendo explicaros el valor de la alegría, cunado crezcais como todo hombre y mujer, tendreis momentos de alegrí y tristeza, de risas y de llantos, pero no debeis olvidar que cada segundo que pasas lamentandote por tu desgracia es un instante de felicidad desperdiciado.

Os quiere papa.

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lunes, 14 de diciembre de 2009

El sentido de la vida. Para Marcos y Sofía. Parte II

Un niño de 10 años estaba parado, descalzo, frente a una tienda de zapatos apuntando a través de la ventana y temblando de frío. Una señora se acercó al niño y le dijo: "Mi pequeño amigo ¿qué estás mirando con tanto interés en esa ventana?". La respuesta del niño fue: "Le estaba pidiendo a Dios que me diera un par de zapatos". La señora lo tomó de la mano y lo llevó adentro de la tienda, le pidió al empleado que le diera media docena de pares de calcetines para el niño. Preguntó si podría prestarle una palangana con agua y una toalla. El empleado rápidamente le trajo lo que pidió. La señora se llevó al niño a la parte trasera de la tienda, se quitó los guantes, le lavó los pies al niño y se los secó con la toalla. Para entonces el empleado llegó con los calcetines, la señora le puso un par de ellos al niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de los calcetines y se los dió al niño. Ella acarició al niño en la cabeza y le dijo: "¡No hay duda pequeño amigo que te sientes más cómodo ahora!" Mientras ella daba la vuelta para marcharse, el niño la alcanzó, la tomó de la mano y mirándola con lágrimas en los ojos le preguntó: "¿Es usted la esposa de Dios?
Si hacemos llegar este mensaje a la gente que conocemos, contribuiremos a hacer de este mundo un mejor lugar para vivir y recuerda decir Gracias.

El sentido de la vida. Para Marcos y Sofía

Me contaron una vez que unos duendes malvados que encontraron la felicidad decidieron esconderla para que los hombres no pudieran encontrarla jamás:-¿Dónde la esconderemos?,- le decía uno al otro- ¿en lo más alto de la montaña más alta?. ¡Seguro que nunca llegarán a ella!.El otro, que era más listo le decía:-No, seguro que algún día encontrarán medios para escalarla y la encontrarán.-Es cierto- se resignó su compañero-, ¿ qué tal en el fondo del océano?. ¡Ahí sí que no la encontrarán jamás!, ¡en el profundo y abismal océano!.-¡No!, ¡también podrían encontrarla!. ¡Si consiguen trepar a la montaña más alta por descontado podrán sumergirse en las profundidades del mar!.-Pues... no sé. Siempre encontrarán medios para hallarla. No hay solución...- dijo el duende entristecido.-¡Sí que la hay!. Tengo una idea... La esconderemos dentro de ellos. Estarán tan preocupados buscando en lo alto de las montañas y en lo profundo del océano que jamás se encargarán de mirar dentro de ellos mismos...Por eso mucha gente se levanta día y día y se repite mentalmente una meta, un objetivo: ‘Tengo que lograr ser jefe para ser feliz’, ‘tengo que conseguir que Fulanita me quiera para ser feliz’, ‘tengo que conseguir que la empresa se asocie con Fulanito para obtener más prestigio, más poder, más dinero...para ser feliz’. ¿Sabeis mis niños?, mucha gente se cree que consiguiendo alguna de estas cosas se llega a ser completamente feliz, pero cuando las obtienen se dan cuenta de que no traen consigo la felicidad y se buscan otro objetivo, y luego otro, y otro... hasta que sus sueños y sus ideales se desgastan con la espera y ya no piensan en nada al despertarse, tan sólo en: ‘Otro día más...’.Peques , no está mal levantarse cada día con una meta. Es muy importante saber qué es lo que quieres y con quiénes lo quieres compartir, pero nunca olvideis donde escondieron los duendes el motor del mundo, porque lo necesitareis para poneros en marcha a diario.Ahora ya sabeis el secreto.
Os quiere Papa.

Carta a mi hijo por su primer cumpleaños

Hola Marcos:
Te escribo estas palabras el día de tu primer cumpleaños, que celebraremos entre familia y con sonrisas, sin que aun sepas que existen muchas barreras que vencer y muchas máscaras que debes comprar con el paso de los años. Pequeño príncipe de tus padres, estas palabras que nacen del paso por un mundo real a pesar de vivir en la burbuja de una fantasía construida para proteger la calidez de tu infancia, con el solo hecho de beber del agua de los locos, agua que necesitaras en algún momento de tu vida cuando abras los ojos al verdadero mundo lleno de injusticia. Pues yo solo te digo una cosa; goza pequeño, goza de todos los momentos que pases, saborea cada paso de tu vida en compañía de tus amigos, aquellos que solo te recordarán en el futuro por el valor que pongan a tu vida y que estará rodeado de soles.
Así es la vida cuanto vales cuanto cuestas y cuanto dejas de costar… de tu niñez recuerda el cariño de tus padres, las caricias de tu madre y el brazo fuerte de tu padre que te ayudará a combatir las dificultades que te ponga el mundo saltando los muros mas altos que solo los fuertes de corazón y de decisiones firmes podrán superar. No mires hacia atrás porque el pasado si bien te enseña, también te atrapa sin dejarte avanzar y mirar hacia adelante.
Tu adolescencia te fortificará, es ahí donde tú crecerás y aquí encontraras el ser mas lindo que Dios puso sobre los Hombres…. La mujer, aquella que conociste como madre y que en esta etapa la miraras con ojos de pertenencia porque desearás que sea solo tuya.
Entonces comenzaras a querer de una manera diferente, disfruta del calor de las caricias de quien te quiera y se compañero de la que consideres tu compañera, respétala y vive con ella para siempre, quiérela y trátala como se merece…. Como una rosa.
Entonces llegaras a ser adulto y estarás con ella con quien crecerás y veras crecer a tus hijos por que será la consolidación de tu vida, te sentirás realizado y tu vejez será al lado de ella. Cuantas cosas te esperan y tu ya eres fuerte porque para nacer en este mundo se necesitan agallas y tu primer paso fue dado, crece y disfruta que nos tendrás al lado tuyo, para siempre.
Un beso